LA HORA DE LA COMUNIDAD, NO ES SIN SEGREGACION
Cualquiera que hoy llegue al campo de la Salud Mental, (SM) de entrada encontrara que los diversos programas, bajadas, y propuestas tanto públicas como del sistema privado están basadas en un nuevo sujeto: la comunidad.
Desde la perspectiva psicológica, sanitaria, y más que nada militante, hoy la comunidad es el nuevo sujeto supuesto saber de la SM. Conviene entonces hacer una breve interrogación sobre este nuevo sujeto supuesto saber.
UNO: Con Freud, en sus llamados “escritos sociales” el vienes parte de que no hay sentimiento gregario, para afirmar que “el hombre es un animal de horda”[1], allí donde la horda se funda en lo que Freud elucubro como “acontecimiento histórico fundamental de la humanidad entera”, el “asesinato del padre”[2]. Serán los parricidas hermanos quienes se auto aplicaran una primera forma de norma; la prohibición de acceder sexualmente a una mujer. En la formulación freudiana se establece una represión para sostener la sociabilidad.
Excepto en que no hay promesa de salvación, la proposición freudiana respecto de lo social se acerca a la cristiana, ambas basadas en la represión de una satisfacción que concierne al partenaire sexual. Esto abono el lucido pesimismo de Freud frente a las cuestiones sociales, cosa que termino de formularse en el año 1921, en su Psicología de masas y análisis del yo, en el que anticipa el totalitarismo de masas, tal como ocurrió en Alemania, Italia, y la por entonces URSS, en las dos primeras encarnada en la acción de masas, en la Rusia roja basado en clases, en todos los caso en esa época ya se le supone al pueblo y la comunidad una misión de tipo histórico.
Estas comunidades eran para Freud una suerte de comunidades de muerte, en el que lo común; sea la sangre, el territorio, o el idioma, son formas de identidad que afectan negativamente lo que las hace comunidad.
En ese texto Freud hace resonar una sentencia que aun sorprende “la psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio social”. La genialidad freudiana lo libera del binarismo entre lo uno lo otro. (social/individual) Para el psicoanálisis las identidades afectan lo comunitario por cuanto lo que está en juego es el conflicto entre la pulsión y la identificación, algo muy presente en la actual guerra de Ucrania, en la que como decía Robert Castel[3] ”buscando seguridad se llega a la inseguridad”.
Desde la perspectiva de Sigmund Freud, no hay comunidad ni individualidad por cuanto de un lado el Yo humano es la fuente de una satisfacción autoertica, hoy irreversible. Por otro lado, hay inconsciente como posibilidad de pasaje de lo público a lo privado, y eso es consecuencia de un psicoanálisis.
DOS: Por el lado de la filosofía política un pacto da la posibilidad a la comunidad. “Mutual Fear” (temor reciproco) primer forma de vinculo, según Thomas Hobbes[4], que da el marco a una forma de gobierno donde las personas reducen su libertad en función de obtener seguridad. También el húngaro Elias Canettti[5] en su estudio sobre las masas, encuentra un imposible material “el temor al contagio” como manifestación directa de cualquier formación humana.
En los albores de la sociología Emile Durkhein estudiado la relación entre el individuo y la sociedad, en su tesis doctoral de 1892[6] encuentra que los individuos se unen entre sí por dos tipos de solidaridad; la solidaridad mecánica, y la solidaridad orgánica. Mientras que la primera es del tipo espontaneo, construida por tenues procesos de diferenciación casi sin conflicto, la solidaridad orgánica se da en el plano de las exigencias de la diferenciación, de esto resulta la autoridad como un acontecimiento exterior a la comunidad, ya que los conflictos ponen en peligro la sociedad. Sobre este segundo tipo de solidaridad, Durkheim, propone una ideal forma de “conciencia colectiva” que lleva a preservar la sociedad por medio de una modulación de las acciones y conductas, impidiendo de esta forma la guerra de todos contra todos.
TRES: Con solo seguir a estos autores queda claro la comunidad es conjunto de atribuciones y contenidos equívocos e inciertos, sujetos a una interpretación a partir del miedo, contagio, desamparo, guerra, el crimen, etc. Solo las iglesias pueden obtener de la comunidad un fin certero, pero como solo un simple medio para una teleológica “salvación” en la que reina el amor al prójimo. Esta es una posibilidad que todos los autores antes aludidos niegan. Maurice Blanchot lo resume en su libro La comunidad inconfesable[7] en la que dos estados incompatibles de la comunidad como la intimidad y la soberanía, hacen de cualquier comunidad algo inconfesable.
CUATRO: Por el lado de Jacques Lacan, ya pasada las dos guerras, consolidada la incidencia directa de los objetos de la tecno ciencia en la vida cotidiana lo comunitario está pensado por el lado de la segregación[8].
En esas históricas jornadas organizadas por la señora Maud Mannoni en 1967, Lacan improvisa una interpretación exacta a partir de la segregación sobre tres facticidadades que en ese momento están presentes y lo están hasta hoy; “el niño el loco, y la institución”.
Hay que afirmar que la segregación es la homogeneización y yuxtaposición de los cuerpos y los discursos, que produce una hacer “donde las masas humanas, condenadas al mismo espacio, no solamente geográfico sino familiar, permanezcan separadas”.
La Inmersión de los sujetos en el mundo de la ciencia instala una forma de rechazo mudo y sin pensamiento. Conjeturando, la segregación persigue un tratamiento de lo real pero por el espacio que se habita, en ella lo territorial es un semblante que enmarca un falso destino.
La segregación se siente pero es algo así como la espontanea antipatía. En una imaginaria clínica estaría más del lado del fenómeno psicosomático que del autismo, y comparte con la masa la necesidad de segregar el odio y la pulsión de muerte al vecino. Un sujeto esquizofrénico sería el mejor ejemplo de sujeto segregado, ya que prácticamente este cuadro es un constructo efecto de la segregación del médico sobre al loco. La segregación no es miedo, es más bien su fuente.
En la institución el par ordenado exclusión/inclusión genera la promoción de derechos que se manifiesta en términos “del derecho al nacimiento y del uso del cuerpo”. Lo que esto propone es una suerte de igualdad generalizada imposible entre las personas.
La segregación opera como una máquina regida por la ciencia separando a los sujetos. Es una imbricación directa entre; política, derecho, y vida. Es igualmente el empuje biopolítico a controlar la infancia imponiendo protocolos y cuestionarios que en función de prevenir segregan.
CINCO: Hoy las verdaderas comunidades se ligan por una elección de vida, que es también una elección de goce. Una elección de goce que pasa directamente al derecho a partir de lo que los especialistas llaman “narcisismo democratizante”.
En estas comunidades se constata un progreso frente a los discursos de la tradición decadentes, y tienen una acción militante decidida, sobre una elección de goce que hace acto. Encontrarle propiedades terapéuticas a estas comunidades es una suerte de milagro que encaja perfectamente en una ilusión corporativa, por cuanto están agarradas a la lógica fálica del para todos, y por muy de avanzada que sean en su seno está el acto inmunológico[9] que las hace peligrar junto con la sociedad. Según el filósofo napolitano Roberto Esposito, toda comunidad (Communitas) se reúne por un empuje inmunitario, pero este mismo empuje la torna imposible (Immunitas).
Que hoy la comunidad y lo comunitario este promovido como una suerte de “nuevo paradigma en SM” tiene su anclaje en la Ley de SM, lo que la hace propiciatorio, siempre y cuando a estos términos se los pongan a la reflexión y se los interrogue en su historicidad, por cuanto el riesgo siempre será el espontaneismo entusiasta en el que suelen caer los agentes de Salud, o el dogmatismo de consultorio que atraviesa a muchos profesionales, y eso no le conviene a la SM ni a la SP.
Entrando en una post pandemia, así como se vacuna uno por uno, la acción lacaniana, que son los usos del psicoanálisis fuera del acto analítico, enseña que esta acción no es necia. Su dimensión es del orden de lo público, por eso, como lo indica Lacan al final de su alocución, la presencia del analista, “debe ser juzgada por su pertenencia”, que puede permitir considerar una comunidad como un conjunto de piezas sueltas que buscando su orientación, tienen como horizonte el síntoma, puesto que no hay SM sin clínica.
[1] S: Freud, Psicología de masas y análisis del yo, B.N 1919
[2] S. Freud, Tótem y Tabú
[3] R. Castel, La inseguridad social, Manatial, 1996
[4] T. Hobbes, Leviatán, Losada, 1989
[5] E. Canetti, Masa y poder, Muchink Editorial, 1994
[6] E. Durkheim, La división del trabajo social II, Planeta, 1987
[8] J. Lacan, Alocución sobre la psicosis del niño, Otros Escritos, Paidos1996
[9] R. Esposito, Communitas, Amorrortu/editores, 2003
por: Lic. Angel Orbea
Psicólogo, vice presidente del Colegio de Psicólogos y Psicólogas del distrito VIII, integrante del equipo terapéutico del CPA Tandil, psicoanalista, coordinador del Centro de Día del SISP Salud Mental Comunitaria de Tandil