
“Apostamos a la presencialidad para reanudar y pensar nuestra práctica clínica”
La Lic. Verónica Khazandjian es consejera de la actual comisión directiva del Colegio de Psicólogos y Psicólogas Distrito VIII y coordina el equipo de Salud Mental del Hospital Zonal General de Las Flores. En esta entrevista recorre diversos aspectos de la práctica profesional en esa localidad, a raíz de una iniciativa del Colegio de poner en valor la importancia del desarrollo inherente a cada localidad del Distrito, a través de las voces y testimonios de sus referentes
En este caso, la experiencia de Las Flores, un lugar poco difundido para las perspectivas en Salud Mental pero con un verdadero trabajo de psicólogos, psicólogas y equipos que contribuyen a fortalecer la dinámica institucional.
“En la actualidad, somos muchos colegas trabajando en la ciudad, tenemos una dinámica de contacto permanente donde intercambiamos información, consultas, sugerencias y derivaciones. Quién tiene disponibilidad para atención es la pregunta diaria que aparece en los mensajes: la demanda en el sector privado es altísima. El sector público cuenta con el área de Salud Mental del Municipio que centraliza la atención en los Centros de Atención Primaria y en el hospital provincial donde me desempeño como coordinadora de un equipo integrado por 6 psicólogas de planta, 2 concurrentes y 2 psiquiatras de planta”, señala la psicóloga.
La construcción de esa red profesional no fue tarea fácil y la pandemia sumó algunos altibajos al proceso. No obstante, salieron enriquecidos y fortalecidos en lo que a servicios y práctica profesional refiere. “Es un equipo relativamente nuevo: a partir de la pandemia, se sumaron una psicóloga y un psiquiatra que fueron formados en residencia en el Hospital Castex. La primera etapa fue muy dura porque éramos pocos profesionales para atender a una enorme diversidad de demandas y tareas. Pero a partir de 2021, con esos dos ingresos y el retorno de las licencias médicas de otros colegas, volvimos a reestructurar el equipo de trabajo”, agrega.
En relación a la Ley de Salud Mental, cómo ves su real aplicación en la salud pública de Las Flores?
Regidos por la Ley 26657 de Salud Mental, el criterio de internación en nuestro Hospital es de carácter transitorio, lo más breve posible. El objetivo es beneficiar y favorecer a la reorganización de la vida de esas personas. No obstante, las dificultades de su implementación pone sobre la mesa la discusión sobre su legitimidad y valor. La Ley no siempre se ve reflejada en la práctica: la distancia entre la ley teórica y su materialización concreta en la acción genera algunas brechas pero el desafío es pensar en los cambios que necesitamos y generarlos desde nuestro colectivo, conforme las reglamentaciones que nos atraviesan. La adaptación del discurso legal es un trabajo que aún tenemos por delante: todavía sigue siendo psicopatologizado cuando, en realidad, todos los sectores deberían tomar acción desde la construcción de nuevos paradigmas basados en la subjetividad.
La importancia del conocimiento de las incumbencias de los otros sectores y la garantía de los derechos basada en la primicia de los derechos humanos es fundamental para la organización de la demanda, para que sea precisa y ajustada a las responsabilidades intersectoriales.
Ahora bien, me pregunto: ¿se trata de errores en las interpretaciones de la ley? ¿Cuáles son los verdaderos intereses que se ponen en juego con ese planteo? Debemos tener en cuenta que la lógica de la transformación necesaria en los modelos de atención donde en ningún momento se anula la posibilidad de internación solo se regula en su determinación como recurso excepcional. Sus condiciones y sus plazos siempre deben asignarse en resguardo de los derechos de las personas.
¿Qué tipos de internaciones se realizan, con qué espacios y dispositivos cuentan?
Se consideran, al menos, las siguientes variables a la hora de evaluar una internación: manifestaciones sintomáticas, respuestas a las intervenciones, adherencias a los tratamientos y grado y características de la red social de apoyo con la que cuenta. Es ese interjuego de factores protectores y factores de riesgo lo que determina la indicación de una internación. Contamos con el acompañamiento del equipo directivo del Hospital para las internaciones ya que no tenemos aún un sector específico en Salud Mental. Estamos también en camino de generar espacios de capacitación para el personal para que esas internaciones sean lo más eficaces posibles: capacitación más recurso humano determinado y sensibilización del personal, propiciando el equipo de interconsulta y apoyo en distintos servicios. Ése es nuestro objetivo.
Con la creación de la Ley de Salud Mental se nos pone en relieve el cambio en nuestra intervención ya que habilita un trabajo interdisciplinario, una redistribución del poder en el seno del equipo de salud mental y de éste con la comunidad y los aportes convencionales tanto en los usuarios como en la familia, como establece en su artículo 8.
Hoy contamos con un equipo bastante bien conformado en cantidad de profesionales, nos dividimos el área de consultorios externos para trabajar la admisión y readmisión de pacientes y hay un consentimiento informado para trabajar durante cuatro encuentros la búsqueda de resolución a su problemática.
¿Cómo se reconvirtió la práctica profesional durante la pandemia?
La pandemia nos colocó ante la peor tragedia sanitaria mundial de los últimos tiempos que ha conmocionado al mundo entero. En nuestro caso, la bajada de línea en cuanto a acciones y dispositivos para la salud mental y consumos problemáticos supuso una reestructuración en la atención.
En marzo de 2020 comenzamos con intervenciones comunitarias a través de posteos y flyers para acompañar durante el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Ese material estaba escrito por el equipo de Salud Mental y personal sanitario; también fuimos sumando a la comunidad a compartir las sensaciones de lo que se iba viviendo, para generar un mayor acercamiento. Salimos del Hospital hacia la comunidad y tuvimos que suspender consultores externos, salas terapéuticas de juegos y entrevistas de admisión. Nos limitamos solo a la atención de urgencias, guardias e interconsultas, teníamos un teléfono a disposición de los que necesitaban contención psicológica, en conjunto con las psicólogas del Municipio. Al mes siguiente, se trabajó con los agentes sanitarios del Hospital a través de capacitaciones con contenidos que reflejaban las emociones esperables que podía generar este escenario de pandemia para que sea transmitido por el personal a cargo del espacio de Salud Mental, con el propósito de generar un intercambio, elaborar encuestas para evaluar el estado anímico y elevar a Dirección para que pueda acompañarlos. En mayo de ese primer año de pandemia, parte del equipo de Salud Mental se incorporó a la coordinación del comité de crisis sanitaria. Tuvimos intervención en la dirección del Hospital para realizar comunicaciones diarias junto con referentes de otros servicios respecto a las últimas novedades, con el fin de atenuar la ansiedad. También dimos continuidad a la atención de pacientes que requerían su estabilización y seguimiento de pacientes menores de edad, en forma telefónica, de interconsultas o guardias pasivas.
Gradualmente fuimos conformamos dispositivos talleres que resultaron ser muy interesantes y están siendo productivos para cubrir la alta demanda que llega hoy al Hospital. Los dispositivos grupales fueron creados para sostener la demanda del sector externo mediante esa dinámica: taller de juegos, taller de arte, taller de duelo y taller de movimiento, cada uno con sus objetivos y fundamentos. La idea era conjugar tratamientos individuales y grupales.
Afortunadamente, también hubo otros dispositivos que llegaron para quedarse. Por ejemplo, todo el trabajo que se desarrolló en las UTI (Unidad de Terapia Intensiva) trabajando sobre el último adiós, acompañando a pacientes y familiares, fue y es una labor de un equipo interdisciplinario –integrado por médicos y enfermeros, trabajadores sociales y psicólogos- y sus resultados fueron contundentes.
“Hay una pandemia implícita: la que no se ve”
“Desde 2005 trabajo en el Hospital y desde entonces, se han ido generando muchos cambios en relación al lugar que ocupa la salud mental: el espacio edilicio, la dinámica de las interconsultas, la mirada médica hegemónica, todo fue cambiando con el paso de diferentes direcciones que permitieron un intercambio enriquecedor y que siempre acompañaron el desarrollo de la salud mental, lo que permitió mayores avances en los proyectos y objetivos con los colegas actuales y con los que pasaron y contribuyeron en la práctica. Pasé de estar prácticamente sola -con un psiquiatra que realizábamos la interconsulta- a conformar un equipo que supo leer el cambio de la demanda. La pandemia nos planteó un desafío inédito y estoy muy orgullosa de este equipo de salud mental que a pesar de los avances es consciente de que el proceso de mejoras y aprendizajes es permanente si queremos brindar mejor calidad de atención a la comunidad”, agrega Khazandjian.
¿Cuál es tu participación en el Colegio de Psicólogos?
Empecé en 2021, integrando la comisión de Salud Mental del Consejo Superior. En la actualidad, soy consejera en la comisión directiva: estoy muy contenta con el desafío que me toca porque gracias a la convocatoria que me hicieron desde el Colegio, tenemos la oportunidad de acompañar a los colegas.
En relación a la Jornada del 1° de octubre, ¿cómo evaluás la posibilidad de esa instancia de encuentro y de intercambio de experiencias entre colegas de todo el Distrito?
Después de dos años de pandemia -con lo que implicó para nuestro servicio profesional y nuestra propia salud mental- la idea es intercambiar experiencias en nuestra clínica. Creer que la pandemia termina con la presencialidad muestra algo tan evidente como no dicho: nuestras vidas pasan por trabajar, pero la pandemia marcó un antes y un después.
Muchas personas conservan hábitos que desarrollaron en la pandemia. Hay una pandemia implícita, lo que no se ve y permanece en la forma que dejamos de hacer ciertas cosas que quizá ya no retomemos y en otros ámbitos que todavía vivimos replegados. Ésta es la pandemia psíquica de la que aún no conocemos el real efecto que dejó. Nadie puede hablar de las consecuencias que tuvo este fenómeno en nuestro inconsciente.
La Jornada va a posibilitar el encuentro, el intercambio de saberes de colegas, con el objetivo de generar un mayor acercamiento a nuestros matriculados, tejiendo redes, habilitando también el intercambio con diferentes instituciones, con organismos públicos y privados para propiciar una mejor comunicación.
Convocamos, entonces, a la participación y revisión permanente de las buenas prácticas que incluye la discusión y socialización de ellas, con el fin de promover los derechos de todos los actores implicados que nos incluyen como trabajadores de la salud. Si este avance y transformación fue producto de una construcción colectiva el intercambio de saberes también debe serlo.
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