PONENCIA DE FEDERICO ROMANO

PONENCIA DE FEDERICO ROMANO

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Eje temático: Pandemia, efectos subjetivos e institucionales

Trabajo a presentar:   La dignidad de una práctica

Resumen:

A partir de algunas experiencias realizadas durante la pandemia se intenta reflexionar sobre la importancia de los espacios institucionales para poder leer lo que se escucha en la clínica, para que ante situaciones donde lo real irrumpe cada practicante pueda elaborar respuestas que lo mantengan en la dignidad de su práctica y en la vía de su formación.

Asimismo se tratará de situar un modo de pensar la lectura y el lugar del encuentro con otros como aspectos importantes de un espacio institucional que pudiera resguardar un ejercicio de la práctica sostenido en el “deseo del analista”.

Se incluirá también una pregunta por el impacto de la pandemia en el funcionamiento de las instituciones psicoanalíticas y en el modo de acceder a la formación y/o de participar en las mismas.

Palabras clave: Pandemia – Institución – Formación – Psicoanálisis

 

Primero quiero valorar y reconocer la importancia de este encuentro o lo que podríamos pensar que puede ser una ocasión para el encuentro, el encuentro entre quienes estamos matriculados en este colegio, algunos de los cuales intentamos practicar el psicoanálisis y encuentro también en el sentido del hallazgo sorpresivo, de cierta novedad que pudiera sacudirnos un poco de nuestros automatismos habituales.

La irrupción de la pandemia allá por marzo de 2020 puso en jaque diversos aspectos de la vida cotidiana incluyendo por supuesto nuestra práctica. La restricción de movimientos que se hacía necesario respetar nos desalojó de las coordenadas espaciotemporales en las que acostumbrábamos a encontrarnos con los pacientes. Y surgieron diversas preguntas especialmente en torno a la posibilidad de una práctica sin la presencia de los cuerpos en el mismo espacio real.

Me interesa señalar que por el lado de las preguntas hay algo en la práctica del psicoanálisis que en tanto no puede absorberse en un saber suficiente estaría siempre abierto a la pregunta por los alcances de su operación. En este sentido, si bien la pandemia puede implicar un momento de máxima apertura, lo llamativo sería que en los tiempos no pandémicos no hubiera esta posibilidad de las preguntas, de las preguntas que puedan localizar cada vez la eficacia y  posición del analista.

Lacan en un momento de su enseñanza nombró “deseo del analista” a esa función que puede mantener al practicante convenientemente orientado. Es decir, no proponiéndose como ideal, ni pretendiendo ejercer un dominio, ni adormeciéndose en su experiencia acumulada, ni intentando comprender, sino alojando una x, sosteniendo un vacío, soportando un silencio para posibilitar la emergencia del sujeto del inconciente, del objeto causa de deseo y con ello la elaboración de una solución siempre singular en cada análisis.

¿Cómo hacer funcionar ese deseo? Es el asunto de la formación. No hay garantías, ni tampoco se trata de un punto de arribo. Sí quizás, de la posibilidad de mantener la disposición a que la operación analítica suceda. El análisis personal especialmente, el análisis de control, el estudio de la teoría son las referencias insoslayables que nos dejó Freud. El famoso trípode. Quisiera agregar y detenerme un poco en lo que sería una cuarta pata, la que tiene que ver con el encuentro con otros, con los que están en posición de paridad, con los que se puede instituir el psicoanálisis, quienes de un modo poco preciso podríamos decir que estamos  “en la misma” aunque cada uno en su lugar.

Durante la pandemia, al inicio, ofrecimos desde TRaMA un dispositivo virtual de conversación, un espacio de intercambio clínico. Se conversó de un modo muy interesante, surgieron muchas y muy variadas cuestiones y hubo una gran cantidad de participantes. Luego de ubicar algunas cuestiones, y en la medida en la que la práctica se fue reencausando, el espacio se fue diluyendo. Es cierto que la excepcionalidad de la situación ameritaba el intercambio pero ¿no es acaso este encuentro con otros un aspecto de la formación sumamente importante para poder sostener el deseo del analista en funciones? ¿En tiempos de pandemia y en los otros?

¿Y qué características ha de tener ese lazo entre analistas para propiciar la formación? ¿Cómo alojar en un espacio con otros la necesidad de dar testimonio de la práctica, de teorizar los efectos, que surge como correlato necesario de una posición en la que se actúa sin saber bien lo que se hace?

Entiendo que se trata de un pasaje de la intensión a la extensión en el que tomando la palabra se produzca una lectura de lo que se ha causado en el discurso de un analizante. Se trata de servirse de la teoría para poder decir y no para repetir lo que otros han dicho, es decir, poder leer a partir del equívoco y no del texto definitivo. Permitir la discusión y dejarse cuestionar. Se trata de algo que requiere tiempo y participación. Se trata también de sostener la diferencia con el par evitando ser arrastrado por los efectos de masa propios de toda agrupación. Esto, sin dudas, es todo un trabajo.

Me pregunto qué formación se demanda hoy en día, qué formación se ofrece. Después de todo la pandemia ha servido de impulso a una ampliación de posibilidades por la vía de la virtualidad, de la que el discurso capitalista parece haberse alimentado dando rienda suelta a su voracidad. Cursos, videoconferencias, podcasts, clases, tips, influencers, todo a un clic de distancia. Todo en la maquinaria de objetos a consumir.

Creo que hacer lugar a una formación que apueste al lazo y no al consumo de un objeto, sostener la pregunta por el sujeto, la pregunta por la función del analista, sostener el valor de la palabra es una apuesta necesaria para mantener la dignidad de nuestra práctica.