TRISTAN E ISOLDA, DOS INTOXICADOS DE LA NO RELACIÓN SEXUAL

TRISTAN E ISOLDA, DOS INTOXICADOS DE LA NO RELACIÓN SEXUAL

Como una invitación a los colegas para que presenten sus trabajos en las redes del Colegio, comparto este breve texto que presente hace ya unos años en las Jornadas del IOM provincial en la ciudad de Junín.

Fue unos días después de asistir en el Colon  a una ópera de la que soy fanático. Si bien los fanatismos no son buenos, es este caso produjo algo que entiendo como interesante, por cuanto se trata de uno de los drama más conocidos de la historia del teatro, y de una música superlativa, que significa una exigencia extrema para las mejores orquestas y directores  del mundo,  todo bajo la dirección del consagrado maestro argentino  Daniel Baremboin, que esa noche hizo gala de su batuta rubricada con más  de media hora de cerrados y calurosos aplausos.

 

Por sobre todas las cosas me inclino ante la última representación de Tristán e Isolda de Richard Wagner en el Colon. Esta obra es desmesurada; cuarenta y dos mil notas conforman la partitura en tres actos de hora y media cada uno, donde el concepto wagneriano de “orquesta omnímoda”, al borde de la tonalidad, expondrá como “melodía infinita” cada uno de los motivos, teniendo como centro del argumento solamente a seis personajes.
Inscripto en los orígenes de la tradición romántica medieval del siglo XII con centro en el adulterio abierto al amor y la muerte, el Tristan de Wagner compuesto en 1859 dista mucho de aquella leyenda medieval en la que se emparentaban la hechicera Blancanieves, madre de Iseo, (Isolda) y la reina Blancaflor, madre de Tristán, que muere al momento que luz al héroe. La pareja Tristán/Isolda fue despareja. Después de una guerra, y con toda la cortesía propia del rango, ella es tomada como botín a favor del vencedor Rey Marke, padrino de Tristán, para que éste rey finalmente junto a Isolda tenga digna descendencia para sus dominios.
Pero en Tristán e Isolda hay un rubor que los concita al encuentro y al desencuentro. En el curso del viaje por mar, y en medio de la noche, Isolda decide terminar con el complejo fálico que los une poniendo en juego el saber de su hechicera madre. Como prueba de su investidura Isolda convidara al héroe Tristán un trago, que a la sazón será una pócima envenenada entregada en secreto por su madre antes de salir.
Pero resulta que el drama lirico se feminiza, la letal pócima es remplazada por el supremo filtro de amor. Ellos lo beben, y “intoxicados” entran en un trance de amor infinito. De allí en adelante todo será distinto, comienza otra música, y porque no, otra opera, en la que las resonancias del segundo y tercer acto serán únicos testigos.
Según Pierre Boulez en Puntos de referencia, el Tristán es la más importante opera del siglo XIX. La obra propone una desrealización del espacio, y una precipitación del tiempo musical. Esto lo puede apreciar la mirada del público de las localidades altas, ya que después de la entrada en escena el filtro del amor se ve en el foso el ajetrear vertiginoso de las cuerdas y los vientos en permanentes glissando, que hacen contrapunto con la intensidad de los sonidos que se lentifican de manera inversamente proporcional. La introducción del filtro del amor abre a las relaciones entre los sexos, donde se pueden captar algunos puntos:
1-Se trata del amor cortes, que suple la relación sexual, hipótesis fuerte del Seminario Aun. En este caso se introduce por una ruptura con lo fálico a partir de la toxicidad del filtro, objeto producido que soporta el lascivo deseo de la hechicera madre de Isolda.

2-El conjunto de la ópera, el contenido y sus despliegues, a pesar de lo sajón y de los timbres heroicos, denuncia la inconsistencia del Otro, marcando una tendencia a la feminización por el lado del objeto a. Empujados por una música cada vez más vertiginosa los enamorados quedan presos del fetichismo del amor, que de un lado lleva al goce autista y del otro al goce femenino, ya que la apoteosis de clímax reintroduce el goce y la muerte.

3- Hay también un pasaje del régimen del padre al síntoma como acontecimiento del cuerpo que permanece indecible. Esto último está dicho en la respuesta de Tristán al dolor de Marke, que los sorprendió en pleno idilio y desenfreno de amor. Se trata del motivo O Koning (O Rey, final del segundo acto) cuando seguido por el conjunto de las cuerdas asordinadas, y frente a la pregunta ¿qué ha pasado? Dice el héroe a su rey y padre “no lo sé, no puedo revelarte lo que me preguntas, nadie jamás podrá saberlo”. Nadie puede saberlo, nadie puede decirlo, y no por ser un secreto, sino porque se trata ya del goce de la mujer.

4-El amor de Tristán e Isolda muestra in actu la futilidad del amor, y por consiguiente del goce. Es en si mismo una objeción al capitalismo y los poderes por cuanto el valor de uso es el valor de goce. Los amantes ya no sirven al Otro, han dejado el vasallaje, la descendencia, y la espada. Pero ellos dos ya no harán dos, harán Dios.

Angel Orbea
IOM Tandil

No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.