Ponencia de Florencia Belgrano

Ponencia de Florencia Belgrano

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A partir del atravesamiento de la pandemia el arte y el psicoanálisis como respuesta en la clínica con adolescentes – Creación de un nuevo espacio terapéutico.

Concibo la terapia psicoanalítica como ese lugar dónde se permite hablar “libremente”, del pasado desde el presente. Padecimientos actuales, ecos del pasado, y aquello que se repite e insiste una y otra vez se pone en juego. Se encuentra uno con el desafío de editar la propia historia en “un acto creativo”, para encontrar nuevos sentidos menos sufrientes. Involucra el cuerpo, tomar decisiones, y responsabilizarnos de nuestra manera de gozar. Nos invita a innovar, crear, “nos hace artistas”.

Desde el principio de la vida él arte es parte intrínseca del ser humano, lo habita y le permite otorgar significados y sentido al mundo. El arte en sus lenguajes nos deja ver aspectos constitutivos de la persona, sus fantasmas y deseos ocultos. Es en esa ocasión que el autor se implica afectivamente y en el trazo singular deja entrever sus insistencias al tiempo que abre el cerrojo y revela algo desconocido, momento en el que el artista se sorprende a sí mismo y nos conmueve con sus creaciones.

Freud decía que el arte es “un camino por el que el sueño se vuelve realidad “, sueños de infancia, sueños irrealizados, sueños locos… Marzo del 2020, ahí estaba con mi sueño en la mano, a punto de concretarse, “La Lumbrera” un espacio en la ciudad de Tandil provincia de Buenos Aires que articularía el psicoanálisis con el arte, abriría sus puertas. Pero ese año el mundo inesperadamente se detuvo. A principio del 2020 un virus, Covid-19, empezó a propagarse desde Asia al resto del mundo. Y en marzo se convirtió en una pandemia que en pocas semanas revelo la vulnerabilidad del mundo. Inimaginado, como las películas de ficción apocalípticas, nos encerramos en nuestras casas, La cotidianidad fue trastocada, las cocinas se transformaban en aulas y las habitaciones en oficinas, las casas iban perdiendo su calor de hogar. Nos transformamos en “zombis” posibles portadores del virus, con el temor y la culpa subyacente de contagiar a los que amamos. En el aislamiento sanitario obligatorio, los trabajadores esenciales fueron fundamentales, en servicio ininterrumpido focalizados a atender la salud mental y física de los afectados. No hubo quien no se viera conmovido por el nuevo virus liberado. En el peor de los casos atravesar el duelo por la pérdida de seres queridos.

En este contexto surgió La Lumbrera con un equipo interdisciplinario intentando dar respuestas a los emergentes, desde los consultorios empezamos a tejer, tejer con trozos, recortes, que después fuimos pegando en collage dibujados por niños, niñas, jóvenes. Tejimos puentes entre los integrantes de las familias. Cocimos con hilachas que se unían con palabras, y surgían las ganas de urdir, trenzar, anudar, empezamos a crear dispositivos grupales e individuales atendiendo las necesidades y demandas del momento.

Se abren las puertas de La Lumbrera, y hay un recorrido, que como analista comienza en el consultorio, allí me dispongo a ofrecer – me vacante para que el paciente despliegue “sus fantasmas”, una zambullida a su mundo interno, de redundancias, penas y placeres, donde el sujeto se ve a sí mismo. Llamada a ocupar ese lugar que me es dado, dispongo una escucha abierta y atenta, interviniendo desde el deseo más profundo de que los pacientes alivien su sufrimiento. Aparecen puntas de ovillos, orientan los modos de gozar, deseos inconscientes, pero cuando no hay palabras, o insisten otras formas de expresión en el sujeto, él arte en su pluralidad de lenguajes ofrece otros rodeos a la pulsión, aparece el lado lúdico, chapuzones de imaginación.  Sujetos danzantes se extasían en el goce del cuerpo, poetas que se pierden para encontrase y volverse a perder en la metonimia de las palabras, en la retórica de las metáforas, pintores que garabatean sus mociones más ocultas. En este crear – se el sujeto se horroriza, se extasía, se conmueve, se sorprende de su producción, tan propia y ajena a la vez. A partir de ahí se crean dispositivos dinámicos y móviles, orientan su creación el deseo y los modos de gozar del paciente. Se crean dispositivos cada vez, que se cocinan en las reuniones de equipo.

Viñeta Clínica – Darse un nombre

“No puedo respirar, no me puedo mover, no puedo hablar ni gritar, hago fuerza y no consigo nada. Me despierto llorando. Estoy solo”. Una y otra vez se repite esta pesadilla. Dice el adolescente sentado frente a mí. Mirada evitativa, escurridiza, que se incomoda al encontrarse con mis ojos. Entiendo que debo correr la mirada, habrá fugaces vistazos sutiles, y una escucha atenta. La pandemia con el aislamiento agudiza el vacío (de existencia). No hace lazo, deja de vincularse con sus pares, cortando los canales de comunicación, refiere que no quiere levantarse de la cama. Advierto que mueve los dedos de las manos con una flexibilidad sorprendente, hago mención a ello, dice que le gusta bailar. Comenta que desde pequeño toca un instrumento. Insiste el “no puedo hacer nada”, intervengo diciendo que sabe tocar un instrumento, que baila, que es “un artista”, que con eso si puede hacer.

Toma el significante “artista” brotan palabras, escritura, canciones, que hacen trazo, surgen composiciones, canta en el consultorio acompañado de su guitarra. Se da un nuevo nombre (artístico), para ello se sirve de un sobrenombre que le pusieron en el colegio donde le hacían bullying, a ese nombre le antecede un guion y una letra. Este nombre da cuenta de su posición frente al Otro. Otro que lo ubica en un lugar de desecho, al cual nada parece conformarle. Lacan dice que el hereje decide sin el Otro, el efecto de un Nombre Propio, cuando es invención del sujeto, es función de sutura, por el desgarro que le efectúa la liberación de los significantes del Otro (Silvia Wainsztein, 2017).  En sesión insiste el movimiento del cuerpo, que se deja ver. Se graba bailando coreografías, me las muestra. Le propongo hacer un video clip a partir de sus creaciones, el entusiasmo no se hace esperar, juntos a un profesor de música que es director de cine comienza un proceso creativo, de composición, de escritura que se traduce en su cuerpo. Danza para nosotros, pero como sí no estuviéramos, movimiento gozoso, pura expresión, liberación que fluye al ritmo de las palabras, palabras que él repite como en un mantra mientras danza, se canta a sí mismo. Entre el nombre – y la inicial, baila el guion, representado entre dos significantes. Creación propia, singular, un nombre que viene a producir algo nuevo: unir simbólico y real en un punto inédito. Brilla un sujeto de deseo, aquel de mirada evasiva, se deja ver, y en plena pandemia le canta al mundo. Decide dar a conocer su video clip por medio de las redes el día de su cumpleaños, “día que nace”.

 

IMAGOS

Me pregunto ¿Terminó la pandemia?, ¿acaso no seguimos viendo sus efectos?

El equipo de La Lumbrera va a la comunidad (colegios, hogares, jardines, instituciones…) En esta oportunidad nos convoca una profesora de literatura para dar una charla a un tercer año de un colegio secundario. Le preocupa sus estudiantes. Se le propone a modo de orientar el encuentro que realice un buzón anónimo en el cual los y las alumnas puedan dar cuenta de sus preocupaciones, necesidades e intereses.

Del buzón Surgen frases como: “me acompleja mi cuerpo, mi pelo, mi sonrisa”, “tengo miedo al rechazo”, “no puedo dejar de subir de peso, soy pesada”, “necesito alguien con quien hablar”, “nunca conseguí alguien que me quiera”, “odio la forma de mi cuerpo”, “nunca soy suficiente”, “no sé qué hacer con mi vida”,” no soy él mismo de antes”, “tengo miedo de decir lo que siento”, “mi papá y mi mamá no me quieren”, “no me entienden”

Luego de la pandemia ¿cómo volver al colegio?, el desafío de revincular después del aislamiento, el cara a cara, los cuerpos. Fuimos al colegia la psicopedagoga, el profesor de teatro y una psicoanalista del equipo interdisciplinario de La Lumbrera.  En el aula pusimos el cuerpo, nos orientó la pregunta ¿ser adolescente?, surgieron charlas, debates, miradas, reflexiones, sonrisas incomodas, nerviosas y contagiosas.

Volvimos del colegio con gusto a poco, con la convicción de que un solo encuentro no era suficiente, fue así como surgió en La Lumbrera IMAGOS, un dispositivo con orientación psicoanalítica, que aborda las problemáticas del cuerpo y la alimentación adolescente. Desde una mirada integral (psicoanalista, nutricionista, analista del cuerpo y el movimiento, psiquiatra infanto juvenil) IMAGOS Ofrece una experiencia corporal y de la palabra para acompañar los procesos de cambios que caracterizan a las adolescencias.

Se parte de las entrevistas con la psicoanalista, alojando el decir del sujeto, se exploran las necesidades de cada consulta, Vamos yendo pasito a pasito para abordar ese lugar sensible para los/las adolescentes llamado cuerpo, es dependiendo de las edades, particularidades y subjetividades que armamos el dispositivo cada vez.  Acudimos a la escritura, para que la palabra encarnada encuentre la metáfora. Sensaciones, emociones, pensamientos, se inscriben, trazan un cuerpo. Se ofrecen instancias de experiencias sensoriales, colores, texturas, arcilla, se amasan y moldean cuerpos. Abordamos la oralidad; no pesamos, no damos dietas, comemos, cantamos, hablamos, cocinamos, olemos, exploramos las sutilezas de los alimentos, el sentido y el lugar que ocupa para cada quien.

En la adolescencia hacerse parte de un grupo constituye una instancia nodal en el proceso de construcción de la identidad tanto personal como social, es por ello que brindamos previa admisión un espacio grupal de encuentro, entendiendo que los grupos de pares se organizan, fundamentalmente, sobre la base de lo común, pertenecer, sentirse parte se asienta en intereses e inquietudes comunes que se tienen en cuenta en la admisión grupal, ofrecemos instancias de intercambio, que alojan la diferencia, invitan a la tolerancia, y  a la aceptación en el encuentro con uno mismo y con el otro (proceso de identificaciones y de individuación). El encuentro con otros aporta insumos a partir de los cuales se construyen, de-construyen y re-construyen diversas respuestas a las preguntas por la identidad: ¿quién soy?  ¿quién estoy siendo? ¿quién quiero ser?

En el contexto clínico es posible observar las tensiones y movimientos que se reactualizan en el vínculo entre los padres, madres y las hijas e hijos adolescentes. Es por ello que se brinda un espacio de contención y asesoramiento a padres y madres.

 

Cuando me preguntan ¿Qué es La Lumbrera?, me es difícil encontrar una respuesta, podría decir desde la formalidad; “un equipo interdisciplinario que en conjunto con profesionales del arte y artistas articulan en pos de dar respuesta a las complejidades que nos presenta la clínica actual. Pero queda un resto, siempre queda.

La Lumbrera se imbrica con mi historia. Parte de navegar sueños y reproduce anhelos. Siempre hay un Otro, otros, familia, amigos, colegas, de quienes ando sujeta, paciones de encuentros y desencuentros.  ¿Qué es La Lumbrera? Un impulso cada vez, el resplandor de un deseo.

EQUIPO DE LA LUMBRERA

PSIQUIATRA INFATO – JUVENIL : Rodrigo Del Campo

PSICOANALISTAS: Belgrano Florencia, Cuesta Natalia, Farias Celeste, Menna Eliana, Murillo Johana, Pirovani Lucia, Larreategui Belén.

PSICOPEDAGOGAS: Diaz Rosario, Rodriguez Gloria

MEDICA HOMEOPATA UNICISTA: Sopranzi Eugenia

MUSICOTERAPEUTA: Antonelli Julieta

PSICOLOGA SOCIAL y ARTISTA: Belgrano Sofia

ANALISTA DEL CUERPO- MOVIMIENTO: Gonzalez Gabriela

PROFESOR DE TEATRO: Argonz Esteban

ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO, TRABAJADORA SOCIAL, PROFE DE YOGA: Watts Laura

 

Lic. María Florencia Belgrano – MP 35431   Coordinadora de La Lumbrera.



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