Trabajo de Claudia Novillo

Trabajo de Claudia Novillo

Cernir lo violento en su vertiente simbólica

Lic. Claudia Novillo- MP 3520

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Celebro la iniciativa e invitación del Colegio de Psicólogos para reflexionar, interrogar, renovar, discutir  y ampliar la categoría conceptual de  violencia, desde los aportes  del psicoanálisis propuestos por Jaques Lacan  en el contexto de la época actual.

Es de destacar que  el significante “violencia” o “violento” como tal,  no aparece en su obra. Sí  un concepto afín, desarrollado en el escrito “La agresividad en Psicoanálisis” de 1948 que data del final de la segunda guerra mundial.  Si bien es un texto anterior a su concepto de inconciente estructurado como un lenguaje, o dicho de otra forma,  a su idea de “linguistería”;   nos muestra un Lacan “humanizado”,  causado por los hechos sociales; por la relación entre “lo individual y lo social”; interrogado por los modos en que las ideologías logran movilizar las exaltaciones humanas al servicio del mal.  Y además (punto que me interesa para esta presentación) marca la  diferencia radical entre el yo como instancia imaginaria (donde se anclan todas las resistencias), el Moi, y el Je como  una dimensión  simbólica que  indica la posición del sujeto en y frente a la realidad.

Vemos cómo y mucho tiempo después, eso que se convirtió en un concepto, “la agresividad” se hace presente en la actualidad convirtiéndose en un punto de interés y de preocupación para las ciencias humanas, y para el psicoanálisis.

En tiempos tan convulsionados, considero  oportuno para nuestro movimiento,  generar un “activismo intelectual”.  Que nos permita teorizar sobre un significante ubicuo  como lo es  la violencia como hecho y lo violento, en tanto acto,  como efecto de discurso. Siendo representantes de una disciplina que emerge como una respuesta  al malestar en la cultura, es algo  que se debe y nos debemos como sociedad científica. Ante la presencia de una avalancha de violencias “nuestras de cada dia”, desde las más sangrientas hasta las más sutiles, no nos debemos permitir retroceder.

En la línea de este activismo, propongo  atender cuestiones tales como:

  • La necesidad de entablar diálogo y conversación con otras ciencias de espíritu científico como lo son la Sociología, la Antropología, la Física, la Matemática, entre otras. Es decir practicar, acorde al modo de enseñanza de Lacan, la “interterritorialidad científica”.

B – Debatir tanto con los movimientos feministas como con  los movimientos de derechos humanos. Es sabido las polémicas que allí suscitan argumentaciones conceptuales tales Complejo de Edipo, envidia al pene, falo, castración, entre otras. Son consideradas vetustas para los tiempos que corren,  y ubican  a una línea del psicoanálisis como patriarcal y misógino. Polémica que también acontece dentro de la propia disciplina.

C- Desambiguar los conceptos  de individuo y sujeto con los cuales operan los psicoanálisis de Freud y Lacan. En acuerdo con los principios de APOLA,  Apertura para otro Lacan, la teoría psicoanalítica propuesta por dicho autor  es diferente y en muchas ocasiones de sentido opuesto de la legada por Sigmund Freud.

Cabe destacar que no es el propósito desarrollar ni profundizar en esta ponencia todos los puntos que considero nos pondrían en situación de activismo. No es el tiempo ni la convocatoria.  Pero sí, deseo, plantearlo como producción posible de discusión y por qué no,  de una investigación colectiva no muy lejana.

…………………………………….. Mi propuesta:

Si tal como se plantea en la invitación, la violencia es un eje transversal a todos los campos sociales, incluso el de nuestra práctica profesional, la misma no puede cernirse sobre o ser excluyente de: un género, una categoría o un espacio específico.  Es decir, la violencia no es privativa de una clase social, grupo, ámbito o raza. Lo cual  no contrariaría las  clasificaciones existentes, según sus manifestaciones, ejecutores, destinatarios  y efectos.

Propongo, por un lado  hipotetizar la violencia como un fenómeno cuyo germen se gesta  en lo particular de un CAMPO de  interrelación de elementos, donde pueda leerse lo violento (por acto, repetición u omisión) como “tema o asunto”.  Significantes ambos, que responden a la noción de sujeto para Lacan: sujeto es lo que un significante representa para otro significante. Nada tiene que ver acá la analogía de sujeto con persona o individuo.

La noción de campo la extraigo desde  los aportes de Kurt Lewin como representante de la Psicología de grupo. Concepto que elabora a  partir de los aportes que toma de la Física:

“Zona del espacio donde existen propiedades (temperatura- fuerza) y componentes de diferentes tamaño y peso que, en su combinatoria de atracción o rechazo configuran un campo o estructura”.

 

Es así que ambas nociones resultan sustanciales para ubicar una posible posición desde nuestra disciplina en relación al tema que nos convoca. Para esto podemos servirnos de la Antropología y de la fenomenología (entendida esta como los fenómenos sobre los cuales podemos teorizar).

En sus libros “Contra-pedagogías de la crueldad” de 2018 y “La guerra contra las mujeres” de 2020  Rita Segato  sostiene sus formulaciones iniciales sobre género como concepto productor de violencia. Por su especialidad, interés y formación académica sus investigaciones ahondan  sobre  “la violencia sexual” que sufren las mujeres. Por mano de sus  perpetradores (pares o cófrades masculinos  exigidos en una prueba de pertenencia al grupo. Según la autora, que se la nomine violencia sexual, confunde. Porque si bien se ejecuta por esos medios, no se trata de agresiones originadas en la pulsión libidinal traducido en un deseo de satisfacción sexual. Su finalidad es del orden del poder sostenido por la ideología patriarcal y su mandato de masculinidad. Concepto desde y por el cual se objetivan  los cuerpos de las mujeres y se las somete,  en un acto moralizante.

Se entiende así que lo violento no tiene que ver con la biología, el sexo o la persona sino con el campo de las ideas. La idea de mujer y de hombre, de raza, de poder, de bueno y malo, de yo y no yo   que una sociedad construye,  crea a la vez, modos de valor y calificación. Esta forma de pensar con una lógica binaria, característica el pensamiento positivista occidental produce un efecto de orden jerárquico constituyéndose uno de los polos en hegemónico respecto del otro. Por lo cual las categorías quedan en posición de exclusión recíproca.

Es entonces en la dimensión de la cultura, del lenguaje y del significante donde se gesta lo violento.

Propongo dos ejemplos para graficarlo.  Uno hipotético y el segundo de mi propia cosecha clínica.

Pongamos el ejemplo de dos niños que juegan en un patio escolar. Terminan en un acto violento que adquiere la forma de pegarse. Frente a la pregunta de qué generó el acto,  es habitual que uno de los niños diga: “me dijo X” o “me sacó Z”. Ahí el enunciado cobra valor significante. ¿Que significa que cobra valor significante? Que se asocia a otro significante que en su articulación denota valor, poder, dominio o anulación.

El segundo: Luca, un niño de 6 años es llevado a la consulta por sus padres a partir de una serie de episodios (que se dan tanto en la escuela como en su casa) y que la mamá describe como: “no queriéndose quedar en la escuela, pega patadas, grita, pega a sus compañeros, trata mal a los otros, no respeta los límites. Si le llaman la atención se ciega, se violenta”. Frente a su pregunta, de porque se porta mal, el niño le dice: “se me apaga el cerebro” “no me funciona el cerebro” (un Manes en miniatura). Ahí tenemos como categorías: la escuela- la casa, el niño- los compañeros;  el cerebro que funciona- el cerebro que se apaga.

En su segunda entrevista al que accede entrar en compañía de su hermana, comenzamos a “conversar” sobre los enojos que nos atraviesan. Intento configura un campo, para lo cual y en una acto de arrojo le pregunto ,¿Qué es lo que enoja?. Y construye: “La escuela…………la Seño……….Maltrata………horrible…….. Me dice malo.”

Termina la entrevista dibujando personajes de un juego de computadora que se llama RED BALL 4.  Inicia con  “una bola”  a la que va agregando ojos, “una bola golpeada por un cuadrado que son los MALOS. Los MALOS que pegan cada vez más fuerte, rompen, explotan y matan a las BOLAS. Esas a las que en un movimiento de identificación Luca elije ser “porque son las que quieren salvar al planeta”.

Para finalizar. La teoría desde donde nos paremos determinará nuestra intervención clínica.

¿Cómo operar ante la encerrona imaginaria que captura al YO en términos de rivalidad y exclusión? Desde mi posición teórica, no yendo por las siguientes dos vías: la de reforzar la confrontación subjetiva y moralizante y la de la responsabilidad subjetiva.

¿Cómo sería? Leyendo en el campo del discurso aquello que se opone, que irrumpe que explota, que insiste. ¿Para qué?  Para escribir una posible articulación lógica entre posiciones y resonancias que dan marco a un tema o asunto.   Apostando a una dialéctica posible con el fin de producir varias vueltas  de bucle que permita  armar una salida, propia, otra  a la captura imaginaria que genera el binarismo entre: malos y buenos; círculos y cuadrados.