Trabajo de Juan Martín Arias

Trabajo de Juan Martín Arias

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TÍTULO: PRESENTACIONES PSICOPÁTICAS Y NO PSICOPÁTICAS EN ADOLESCENTES INFRACTORES DE LA LEY PENAL.

 

Autor: Juan Martín Arias, Licenciado en Psicología UNLP Perito Psicólogo

Institución: Cuerpo Técnico Auxiliar del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de la Suprema Corte de Justicia de la Pcia. de Bs. As

Email: ariaslic@outlook.com

 

  

Objetivo.

 

Este trabajo se propone reflexionar respecto de la evaluación psicológica forense de adolescentes infractores psicopáticos y no psicopáticos.

 

Introducción.

Dentro del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil se realizan pericias psicológicas a jóvenes de entre 14 y 18 años. La casuística se reparte entre robos, abuso sexual, homicidio, y esporádicamente, algún ciberdelito. Misteriosamente la mayoría de los jóvenes evaluados parecen pertenecer casi exclusivamente a los sectores más desfavorecidos.

La evaluación psicológica de los adolescentes infractores (en adelante AI) resulta compleja debido a que aborda sujetos en proceso de estructuración psíquica. A su vez, los estudios de personalidad en AI apoyan la idea de que los rasgos habitualmente asociados al desarrollo de comportamientos delictivos pueden variar con la edad, el género, el contexto y la cultura.

Otro factor no menos importante radica en que la evaluación forense presenta dificultades propias del ámbito, tal es el caso de la gran cantidad de solicitudes, el escaso tiempo de intervención y las complejidades en el auto-reporte de los entrevistados. Es muy frecuente que los evaluados manipulen la información generando fenómenos como la sobresimulación, la disimulación, entre otros (Fernández Montalvo & Echeburúa, 2006).

 

Dentro de las limitaciones teóricas, los estudios longitudinales con AI son infrecuentes debido a su complejidad, por lo que cualquier predicción del comportamiento futuro (p. ej. recidiva violenta) resultaría apresurada. En este sentido, las investigaciones de AI psicopáticos también resultan insuficientes ya que la mayoría de los estudios se han realizado en población adulta.

En síntesis, la investigación de riesgo de violencia asociada a determinados rasgos de personalidad en adolescentes es un tema que ocupa a los investigadores en la actualidad. Tal es el caso de la psicopatía y/o los rasgos psicopáticos (traits) que ineludiblemente se relacionan en la literatura científica al sistema penal.

 

Adolescentes infractores de la ley penal.

 Reseñadas algunas dificultades de la tarea forense, se delimitan a continuación dos grupos dentro de la casuística penal juvenil: los AI no psicopáticos y los AI psicopáticos.

 

 

1.    Adolescentes infractores no psicopáticos.

 

Existe un primer grupo, estadísticamente mayoritario, de AI pertenecientes a contextos vulnerables cuyos comportamientos desajustados son reactivos a una historia de sufrimiento psíquico. En este sentido, el contexto familiar y social resultan una variable “clave” en la estructuración psíquica de los jóvenes.

Los adolescentes vulnerables que desarrollan conductas antisociales suelen provenir de entornos atravesados por numerosos factores de riesgo, como la pobreza y la dificultad en el acceso a la educación. Se ha demostrado que vivir en condiciones de pobreza multidimensional daña el desarrollo de los niños y adolescentes repercutiendo en el manejo de las emociones, las habilidades sociales y los logros escolares (Dearing, 2008).

Una gran proporción de AI pertenecen a familias con una larga historia de transgresiones, donde la delincuencia y la criminalidad son formas habilitadas de pertenecer y representar los valores de sus grupos, pero sobre todo un modo de ser en el mundo.

En este primer grupo de AI, podemos identificar habitualmente las vías de estructuración neuróticas, las organizaciones de borde y el narcisismo patológico como forma más grave. Los trastornos de la personalidad, en especial los del grupo B, ocupan un lugar importante dentro de esta casuística, aunque no sea posible su diagnóstico hasta entrada la adultez.

 

Los AI no psicopáticos pueden diferenciarse de los AI psicopáticos en que algunas áreas de su experiencia vital, como las relaciones interpersonales y la estructura de los afectos, están más conservadas. Dentro de esta población es factible registrar sintomatología postraumática crónica. Cuando la angustia no es una posibilidad estructural, emerge la depresión, el consumo problemático, las autolesiones, los suicidios y las enfermedades psicosomáticas, comportamientos habitualmente asociados a la clínica del vacío y que evidencian un severo déficit narcisista.

En síntesis, el reporte de un registro sintomático y la identificación de emociones negativas con su adecuado correlato somático permite el diagnóstico diferencial con la psicopatía.

La agresión y el oposicionismo pueden estar presentes, pero en la mayoría de los casos, si el entrevistador evita actuar las dinámicas transferenciales, podrá identificar un fondo claro de malestar. Lejos de la superficie rígida de omnipotencia, se esconde un vacío y una depresión de características crónicas. Es un asunto ético de todo psicólogo informar acerca de estas vulnerabilidades evitando realizar juicios moralizantes.

Las oscilaciones frecuentes en el estado de ánimo y las dislocaciones afectivas, como angustia por enojo, son muy frecuentes, evidenciando un proceso cristalizado de escisión. La capacidad defensiva para modular el enojo y evitar su actuación determinará la ubicación de los jóvenes en el sistema penal y en la sociedad. En cualquier caso y por estridentes que sean los comportamientos exhibidos, son defensivos y tienen por objeto controlar la realidad que se ha introyectado como amenazante. En la mayoría de los AI no psicopáticos las conductas son más reactivas y menos instrumentales que en los AI psicopáticos.

Por otra parte, dichos sujetos son capaces de establecer rapport con el entrevistador, devolviendo en numerosas ocasiones una imagen nítida de sus conflictos más significativos. Estos sujetos suelen tener una respuesta positiva a los programas socio-educativos y pueden transformar sus trayectorias vitales si no se los abandona. La mayoría de estos jóvenes son buenos candidatos para la psicoterapia y demuestran la posibilidad de adaptarse a espacios de formación aún en condiciones de privación de la libertad.

 

 

2.    Adolescentes infractores psicopáticos

 

Existe un segundo grupo que, pudiendo compartir variables contextuales con los primeros, desarrollan un patrón psicosocial persistente de características violentas desde la infancia. La influencia de los otros, como la educación, el castigo o la intervención penal, parecen no producir efectos en su conducta.

 

Los AI psicopáticos son estadísticamente un grupo minoritario en comparación con los AI no psicopáticos, se estima que un 1% de la población presenta estas características (León-Meyer en Klenner, 2022), prevalencia que fue validada para Canadá, Estados Unidos, Inglaterra y Chile en población adulta. La psicopatía tiene una gran proyección social debido a sus características, y se estima que más del 10% de la población penitenciaria, tanto hombres como mujeres, respondería a esta organización.

Operativamente, la psicopatía puede considerarse un trastorno grave de la personalidad caracterizado por severos desórdenes a nivel del comportamiento y de la afectividad, que pueden generar una tendencia hacia la criminalidad (Ferraz et al., 2020).

En la psicopatía, el ambiente juega un papel secundario en el desarrollo del núcleo psicopático de la personalidad. Es por esta razón que algunos autores enfatizan en definir a la psicopatía como una alteración del comportamiento que depende del temperamento, es decir, el sustrato más biológico y elemental de la personalidad.

Numerosos estudios insisten en la escasa1 respuesta cerebral del psicópata al miedo, el cual opera como un fuerte inhibidor de la conducta normal.

Uno de los elementos más destacados en las investigaciones con psicópatas y jóvenes delincuentes son los Callous-unemotional traits, entendidos como un conjunto de rasgos de falta de empatía, culpa, y arrepentimiento, combinados con una pobre expresión emocional. Rasgos que han demostrado estabilidad durante la infancia y la adolescencia, y estarían implicados en las conductas delictivas y en el desarrollo de la psicopatía (Kimonis et al., 2014).

Existen abundantes estudios, ver Hare (2003), que se esfuerzan en demostrar que los psicópatas adultos comienzan a presentar severos problemas de conducta en la infancia. Dicho patrón parece mantenerse estable independientemente de los esfuerzos de los padres, educadores y de la sociedad en su conjunto (L. Halty et al., 2011). Asimismo, a partir de esta línea de investigación, es posible distinguir entre infractores comunes e infractores psicopáticos. Se sabe que los infractores no psicopáticos conservan vínculos más estables, así como códigos de conducta compartidos. Estos elementos están ausentes en los psicópatas, quienes parecen regirse por un sistema de valores propio.

Dentro de la nosografía de Hare, es posible hablar de psicópatas primarios (verdaderos psicópatas), psicópatas secundarios (infractores comunes no psicopáticos) y psicópatas di-sociales (responsables de crímenes atroces) (Hare, 2009 en Vicenza Minó, 2019).


1
Bajo arousal del SNC.

 

Los AI psicopáticos se caracterizan por un permanente conflicto en su adaptación social, presentan un patrón persistente de conductas transgresoras, por lo que resultan muy difíciles de socializar. Asimismo, dentro de las particularidades psicológicas cobra especial relevancia la actitud fanfarrona, que adoptan internamente (Millón & Davis, 1998). Esto no quiere decir que los psicópatas lo demuestren abiertamente, pero predomina en estos una orientación global en su conducta a buscar placer en el sufrimiento ajeno, dicha tendencia puede reconstruirse a partir del análisis detallado de sus acciones. Desde el punto de vista discursivo, sus motivaciones quedarán expuestas si se promueven producciones verbales p. ej. mediante Test de Rorschach, Zulliger, TRO y TAT, ya que es frecuente que ridiculicen hechos crueles o queden fascinados con las desgracias ajenas. Asimismo, debido a su incapacidad para experimentar emociones negativas, suelen producir discursos incongruentes. A continuación un ejemplo que puede leerse en Garrido Genovés (2000):

 

Desde niño me las he apañado por mí mismo. Nadie me ha ayudado. A los 14 años ya sabía todo lo que hay que hacer para reparar un coche. Me daban un cacharro y a los dos días parecía un Mercedes. Luego, cuando me he metido en algún negocio con otros, siempre he tenido que ser yo el que sacara las castañas del fuego. Pero no me ha gustado estar mucho tiempo en el mismo sitio, me gusta moverme, y nunca me ha faltado para comer, porque sé hacer mil cosas (…) Al salir de la prisión, nadie te ayuda, uno quiere trabajar, pero todos te miran mal. Y, además, la chica ésa se inventó toda la historia. Yo sólo la invité a una copa. Siempre me ha ido bien con las chavalas. No necesito violar a nadie… Si yo quiero algo de verdad, nadie ni nada se me resiste (…) Mis padres me enseñaron muchas cosas; siempre les he querido mucho; yo siempre les he enviado dinero cuando les ha hecho falta… (p. 79)

 

No se trata aquí de una identificación a los estereotipos violentos como modo de hacer identidad, o la puesta en acto de un sufrimiento no tramitado, sino de un verdadero disfrute en la destrucción ajena.

El psicópata se “consiste” en la degradación de los otros, incorporando lo bueno del objeto para transformarlo en algo malo. Esta transacción económica devastadora para el objeto, se traduce en un riesgo permanente e insidioso de destrucción del mismo (Kernberg, 1994). Lo que para uno de los polos de la relación resulta destructivo, para el otro resulta edificante.

La capacidad de manipulación y seducción que habitualmente detentan los torna eficaces en su afán de dominación, por lo que es frecuente que pasen desapercibidos socialmente, o sean capaces de generar actuaciones imprevisibles destinadas a poner en riesgo la integridad psicofísica de los otros. De esta forma pueden mentir, estafar o dañar sin ningún remordimiento encontrando un gran disfrute en ello.

El patrón afectivo anormal presente en los psicópatas impide que puedan describir sutilezas emocionales o experimentar los cambios fisiológicos asociados. No es raro que intenten victimizarse pero la forma en que lo hacen deja de manifiesto un desconocimiento profundo de las emociones humanas.

 

Un ejemplo extremo es el de Kenneth Taylor, un dentista norteamericano que golpeó a su mujer en la luna de miel, se aprovechó de ella durante su matrimonio, para acabar asesinándola más tarde. En el libro que Peter Maas escribió sobre él, Taylor dijo: «La amaba profundamente. La echo mucho de menos. Lo que sucedió fue una tragedia. He perdido a mi mejor amante y amiga (…) ¿Es que nadie es capaz de comprender por lo que estoy pasando?». (Garrido Genoves, 2000, p. 40).

El desgaste en el contexto del psicópata es frecuente, así, padres, educadores y terapeutas demuestran su impotencia y su rechazo frente a ese otro que resulta una incógnita. Por tanto, el “rechazo” que el psicópata provoca en los contextos constituye otro indicador de importancia. En este sentido, es frecuente observar que en su historia de vida se conglomeran expulsiones escolares, fugas del hogar y de las instituciones de acogida. En el ámbito forense, es frecuente observar la llamada versatilidad criminal y la reincidencia (Paz-Zúñiga et al., 2022).

 

La fuga de las instituciones de acogida constituye otro indicador sustancial, porque revela un fuerte rasgo de independencia aún desde temprana edad. Las conductas delictivas de inicio anterior a los 12 años de edad y los problemas de conducta severos durante la primera infancia2 resultan indicadores igualmente relevantes. Asimismo, los AI psicopáticos presentan poca adherencia a tratamientos y actividades relevantes como la escuela.

Desde el punto de vista familiar no es infrecuente que los padres oscilen entre una profunda angustia o un abierto rechazo de características fóbicas. Cuando esto no sucede, puede observarse un ambiente empobrecido psicológicamente con agotamiento y/o desequilibrios somáticos, depresiones, entre otros.

Tanto en lo familiar como en lo social, el joven psicópata falla en la construcción de vínculos estables. A diferencia del primer grupo, el psicópata parece estar atravesado por una soledad psicológicamente infrecuente. No solo falla en la construcción de vínculos verticales, sino también fraternos u horizontales, algo más inusual en los AI no psicopáticos.

A continuación se expone un caso de un AI psicopático:

Se trata de un joven de apenas 14 años, presenta en su historial más de 12 causas penales, entre las que destacan robo y abuso sexual.

Su padre considera que el joven debe ser apresado ya que está fuera de control, se burla de su situación, se escapa, arroja piedras desde la vereda hacia la casa. Su madre no quiere verlo, según él, su novio lo maltrata y han quemado el colchón para que no vuelva. Se maneja de forma independiente, vive en lo de un amigo, desconoce el motivo de su acusación, refiere que todos están en contra de él, comenta que se gana la vida realizando trabajos para una “abuelita”.

Se interviene a partir de que el joven ingresara a una vivienda de una persona mayor, a quien habría golpeado y abusado sexualmente. transcurrido un tiempo de la intervención penal golpea a un hombre vulnerable en la calle con una manopla de metal fracturandole el rostro.

No ha adherido a tratamientos, no respeta encuadres. Se victimiza y se burla de las personas que le rodean, presenta mentira patológica, e incapacidad para experimentar emociones negativas. No colabora, se burla de los entrevistadores, se ríe, se marcha cuando así lo decide.

No tiene amigos, y a veces se ha asociado con jóvenes adultos en conflictos con la ley penal.

 

 

Referencias bibliográficas.

2 Crueldad animal con mascotas socialmente valoradas, violación de los derechos ajenos de forma persistente, inadaptación a actividades relevantes sumados a la presencia de rasgos afectivos y comportamentales.

 

Dearing, E. (2008). Psychological costs of growing up poor. Annals of the New York Academy of Sciences, 1136(1), 324-332.

 

Fernández Montalvo, J., & Echeburúa, E. (2006). Uso y abuso de los autoinformes en la evaluación de los trastornos de personalidad. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2006, Yol. 11 (I), 1 -12.

 

Ferraz, R. C., Moreira Junior, F. D. J., Vargas, F. D., Hoffmeister, F. X., Gauer,

  1. J. C., & Vasconcellos, S. J. L. (2020). Psychopathy Checklist: Youth Version psychometric properties in an Item Response Theory polytomous model. Estudos de Psicologia (Campinas), 37.

 

Garrido Genoves, V. (2000). El Psicópata. Algar Editorial.

 

 

Halty, L., Martínez, A., Requena, C., Santos, J. M., & Ortiz, T. (2011). Psicopatía en niños y adolescentes: modelos, teorías y últimas investigaciones. Rev Neurol, 52 (Supl 1), S19-27.

 

Hare, R. D. (2003). Sin conciencia. Paidós.

 

 

Klenner, A. [arturoklenner] (1 de septiembre de 2022). Interfaz Salud & Derecho (IS & D) – Entrevista Elizabeth León-Mayer – Psicopatía [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=AHKIgRuu0Xc&t=644s

 

Kernberg, O. (1994). La agresión en las perversiones y en los desórdenes de la personalidad.

 

Kimonis, E. R., Frick, P. J., Skeem, J. L., Marsee, M. A., Cruise, K., Munoz, L. C., … & Morris, A. S. (2008). Assessing callous–unemotional traits in adolescent offenders: Validation of the Inventory of Callous–Unemotional Traits. International journal of law and psychiatry, 31(3), 241-252.

 

Millon, T. & Davis, R. (1998) Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Masson S.A.

 

Paz-Zúñiga, D., Soto, M., Suazo, G., Constanza-López, M., & Isabel-Salinas,

  1. (2022). Evaluación de características de personalidad psicopática en adolescentes según complejidades delictuales. Revista Criminalidad, 64(1), 53-65.

 

Vincenza Minò, M. (2019). Psychopathy in Adolescence: Causes, Traits and Risk Behaviours. Psychiatria Danubina, 31(suppl 3), 443-446.



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